Su nombre es Mario, tiene 84 años, y trabaja como estibador desde que llegó del Cusco, cuando apenas era un joven. La Parada, fue el único lugar donde consiguió emplearse, y toda su vida ha venido desplazándose de un extremo al otro del mercado, ganándose la vida a punta de mucho esfuerzo y nada de comodidades, pero con la dignidad, orgullo y alegría de quien no le debe nada a nadie. Nos contó que tuvo muchos amigos que también llegaron de provincia cuando era joven, poco a poco los fue perdiendo por distintos motivos, él, con una dieta sana y nada de licor, sigue adelante, con la esperanza de volver al mercado que lo cobijó desde su juventud, con todas las fuerzas para seguir viviendo, pese a que los desalojaron ilegalmente, pese a estar rodeados de policías que los tratan como delincuentes, pese a que sus ganancias bajaron terriblemente porque ahora sólo queda algo de comercio a los alrededores del mercado La Parada, destruido, al que desearía, regresar.
Como a Mario, a muchas otras personas más, la MML les ha arrebato su motor de trabajo, a su edad nadie los empleará, nadie tampoco los indemnizará por todos los años trabajados, no hay ningún plan de reconvención para ellos luego del desalojo ilegal –a algunos estibadores les ofrecieron pasar a Serenazgo de Lima, siempre y cuando, cumplan algunos requisitos, entre ellos, sean jóvenes- Mario nunca estuvo afiliado a ninguna asociación de estibadores, menos a una de las dos únicas que han hecho pacto con la Municipalidad para que un pequeño grupo de sus asociados pase a Santa Anita, lo que tampoco le permite al menos esperar una salida luego de reclamos. Además que en Santa Anita ya no necesitan del trabajo de los estibadores, los han reemplazado orgullosamente por un moderno sistema que poco a poco se irá implementando – por eso actualmente necesitan pocos estibadores-, y que usa javas en lugar de sacos, lo que cambia el modo de transporte. Lo que le pasó, y le viene pasando a Mario como a sus compañeros, es totalmente indignante, como encontrarse con esas historias que uno creía eran parte del pasado, de la injusticia reinante, de la indiferencia, y que sin embargo en este momento, ante nuestros ojos y días, suceden. Una vez más, todo en contra de ellos, me viene a la memoria esta canción de la Violeta “Porque los pobres no tienen, adonde volver la voz, la vuelven hacia los cielos, buscando una confesión, ya que su hermano no escucha, la voz de su corazón…” bit.ly/1pAfslB